Por Juanita Gómez Peláez
Psicóloga Clínica
Terapeuta DBT - Mindfulness
IG: @psicologa.juanitagomez
Desde que los seres humanos habitamos este mundo nos hemos preguntado para qué estamos en él, los cuestionamientos existenciales respecto al sentido de la vida nos han acompañado desde el inicio de nuestros tiempos.
Al día de hoy las investigaciones evidencian la importancia que tiene el sentido en la vida en la salud física y mental del ser humano, en su comportamiento y en su bienestar psicológico; así como la falta de sentido en la vida se relaciona con problemas psicológicos como depresión, ansiedad, estrés, abuso de sustancias, entre otros.
Cuando hablamos del sentido en la vida nos referimos a la percepción que tenemos sobre el propósito, la coherencia y la importancia de nuestra existencia, sobre la búsqueda de metas valiosas y de un sentido de realización. La coherencia tiene que ver con qué tanto una persona tiene comprensión sobre sí misma, sobre el mundo y sobre su lugar en él. El propósito tiene que ver más con las metas, sueños y aspiraciones que nos dan norte y dirección en la vida, y principalmente: motivación. Y, la importancia o significancia tiene que ver con la percepción de valor de nuestra vida, con qué tanto sentimos que nuestra vida importa y que vale la pena ser vivida.
Investigaciones recientes aportaron evidencia de un elemento adicional que constituye el sentido de la vida y es la apreciación experiencial: la capacidad de estar presentes y conectados con el aquí y el ahora, el poder contemplar la experiencia del momento presente. Los estudios revelaron una importante relación entre esto y un sentido de vida más arraigado.
Es importante que quede claro que el sentido de vida va más allá de tener un propósito -o varios-. Nuestro(s) propósito(s) hace parte de nuestro sentido de vida pero que nuestra vida tenga sentido no depende exclusivamente de tener un propósito. Si eres una de las muchas personas que hoy en día no tiene claro un propósito de vida, NO significa que tu vida no tenga sentido o no sea una vida valiosa. TU vida es increíblemente valiosa y mientras más conexión y entendimiento sientas respecto a ese sentido de vida -como algo más allá de un propósito-, más convicción tendrás de ese valor.
Ahora, el sentido de la vida no tiene que ver únicamente con lo que sentimos y pensamos de nuestra vida o con lo que nos motiva de ella, sino también con las acciones que emprendemos respecto a lo que encontramos valioso. Tomar responsabilidad de nuestra existencia y asumir las consecuencias de nuestras elecciones fortalece a su vez el sentido de vida. Resulta difícil que alguien perciba que su vida tiene un sentido significativo y que este sentido se mantenga en el tiempo si no hace nada respecto a lo que considera valioso, si no da pasos hacia aquello que quiere y le importa.
Diversas cosas pueden darle sentido a nuestra vida: la familia, el amor, la contribución a la sociedad y/o a la naturaleza, la espiritualidad, la libertad, el altruismo, la creatividad, la consagración a una causa, las experiencias placenteras, los logros personales y la autorrealización, entre muchos otros. La conexión con un sentido en la vida está relacionada con la motivación por la vida misma, con el disfrute y la satisfacción, con el optimismo, la perseverancia, la resiliencia, las emociones agradables y por ende, con el bienestar psicológico.
Encontrarle sentido a la vida y estar conectado y motivado por éste, favorece la toma de decisiones y el “ponernos en marcha” hacia eso que es valioso para nosotros. Está relacionado con asumir una postura más proactiva frente a la vida pues en lugar de ser víctimas de las circunstancias, tomamos las riendas y nos hacemos cargo, vivimos menos en piloto automático y con más conciencia, intención y voluntad. Además, nos ayuda a fortalecer el valor que le damos a lo que tenemos y el sentido de gratitud, y sumado a todo lo anterior, conlleva a mayores niveles de energía y mejores estados de ánimo.
Adicionalmente, se dice que las personas que están fuertemente conectadas con un sentido de vida toman mejores decisiones en relación a su estilo de vida y su salud, pues desde una actitud proactiva se involucran y se comprometen más con actividades saludables.
Diversos autores hablan de la estrecha relación que hay entre encontrar sentido a la vida y la salud mental. Creer que la vida tiene un sentido y sentir que la vida tiene valor e importancia nos ayuda a encontrarle significado a todo aquello que nos acontece y a encontrar un soporte a la existencia aun cuando esto se hace difícil.
Muchas investigaciones concuerdan con que el sentido de la vida constituye un factor protector ante las adversidades, moderando los impactos negativos de las mismas y promoviendo la adaptación y la resiliencia. Por el contrario, la falta de sentido y propósito vital está asociada al malestar psicológico y físico y constituye un factor de riesgo para la salud mental.
Como dijo Nietzsche: “aquel que tiene por qué vivir puede resistir casi cualquier cosa”. Cuando estamos convencidos de que la vida tiene sentido y de que vale la pena ser vivida, es más probable que confiemos en la vida en momentos de incertidumbre y nos permitamos habitar el presente, es más fácil que encontremos aprendizajes en las dificultades y que veamos los errores como oportunidades, fortaleciendo así una visión mas positiva y optimista frente a la vida.
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